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El campeonato de ascenso del fútbol profesional colombiano, Torneo Águila, obtuvo hoy en Suecia el premio Magnus Lugustrum reservado «para aquellos que, con talento, gracia y rigor, han sabido llevar la comedia a nuevos escenarios».

El galardón, que algunos llaman el Nobel del humor, se fijó en la manera cómo esta competición, «en los últimos años, pero en particular en los últimos meses ha sabido introducir a su desarrollo ingredientes sutiles pero contundentes del más fino humor convirtiendo -desde las entrañas del sistema- en objeto de risa lo que durante mucho tiempo fue serio y respetable».

Valga recordar que esta competición, de la que hacen parte, en teoría, 16 equipos, solo cuenta con 14. Mientras Dépor no tiene reconocimiento deportivo, Orsomarso (nombre que puso lo suyo para convencer al jurado) participa con uno de otro equipo ya extinto, el Uniautónoma.

El más reciente acto tuvo lugar esta semana cuando el propietario del Dépor aseguró que para que dejen jugar a su onceno le cambiará el nombre, al mejor estilo del la memorable escena del desalojo fallido por cambio súbito de dirección en la película «La estrategia del Caracol». Las locas ocurrencias de los directivos del América en sus múltiples y cómicos intentos por regresar a la primera división así como los partidos que se han jugado en diamantes de béisbol también habrían sido decisivos para conquistar a los encargados de otorgar el premio.

«El humor ya no puede seguir siendo entendido como contar chistes o publicar tuits con ingenio, irreverencia y groserías. No. El humor contemporáneo debe salirse de sus espacios, penetrar nuevas esferas y subvertir. Creemos que lo que han hecho los directivos del torneo Águila es algo digno de premiar. Su compromiso con la risa valió más que la solemnidad y credibilidad de una competición deportiva con una historia de 25 años, admirable. Y quiero resaltar el guiño a Mario Puzo con su organización como familia», declaró en conversación con este medio Johans Agëstrom, director de la Fundación Martin Larsson, que entrega el reconocimiento desde 1845.

La ceremonia de entrega está prevista, como es tradición desde hace más de un siglo, para el primero de abril, pero la Dimayor solicitó aplazarla dado que ese día tienen reunión del Copazo de su oficina. Una petición que, de nuevo, por poner el humor en función de trasgredir lo establecido, fue aceptada por los organizadores por unanimidad y con una ovación.

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