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AbuelosPaseos

Lo que hace apenas una década era visto como un lujo, casi una excentricidad hoy hace parte de la cotidianidad de nuestras ciudades: el servicio de pasear perros domésticos, al que en sus comienzos no le faltaron las críticas.

Situación similar vive hoy un nuevo servicio que comienza a verse por lo pronto en Bogotá: paseo de adultos mayores. Y como ocurrió en su momento con los canes muchos han puesto el grito en el cielo, juzgándolo como desconsiderado con los abuelitos, como propio de familias desalmadas que no logran sacar así sea diez minutos de sus apretadas rutinas para dedicárselos a quienes viven el ocaso de sus días.

Martha Hernández, dueña de «Happy Walking Grandpa’s», primera empresa en ofrecer los polémicos recorridos defiende su negocio: «no hay que juzgar a las familias que tienen al adultico mayor encerrado todo el día en la casa. Deben entender que los afanes de la vida moderna obligan a todos a exprimirse al máximo para innovar y triunfar y es ley de la naturaleza que los que ya no están en condición de producir reciban menos atención, pasa con los leones, con los rinocerontes, también con los humanos. Por suerte estamos en una economía de libre mercado donde estas falencias abren maravillosas oportunidades de negocio como la nuestra, que entramos a llenar con emprendimiento esos vacíos que el progreso va dejando».

Pero no todos comparten esta visión. Rubén Contreras, de la subdirección del adulto mayor de la Defensoría del Pueblo tiene críticas: «estamos preocupados, sobre todo porque es un modelo de negocio canino y no se han esforzado en adaptarlo a lo que es el adulto mayor, entonces se ven casos del paseador que para en un árbol y le pide a los abuelitos que hagan del cuerpo a la vista de todos los transeúntes -eso sí, tengo que reconocerlo, muy juicioso luego recogen con bolsita- o cuando se presentan cópulas entre ellos no hacen nada para impedirlo, porque están acostumbrados a dejar a los perritos darse el gustico. Tienen que entender que no es lo mismo y por eso mismo deben revisar aspectos básicos que también nos inquietan, como el uso de collares y correas».

Consultado al respecto, Gustavo Bolívar afirmó que ya había llenado su cupo de indignaciones para hoy y que por tal razón el asunto lo tenía sin cuidado. Que si lo llamábamos mañana temprano de pronto lográbamos turno.

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