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Kidnappings not included.

Ante el inusitado y creciente interés que comienza a despertar la vida cotidiana guerrillera entre las audiencias de Estados Unidos, los líderes de esta organización están considerando la posibilidad de acordar con el Gobierno dejar un frente funcionando con el fin de ‘monetizar la experiencia Farc».

De encontrarse viable la idea, un frente, no muy grande, permanecería alzado en armas y se convertiría en atracción turística para que norteamericanos y europeos puedan venir a las selvas del país en una modalidad de turismo social y comprometido que cada vez gana más adeptos en sectores alternativos, sensibles, vegetarianos e intelectuales del primer mundo.

Este tendría dos modalidades, según fue posible establecer: una pasiva, en la que los turistas se limitarían a observar la vida del campamento, autorizados a tomar notas, pero sin derecho a interactuar y con la prohibición explícita de alimentar o consentir a la guerrillerada y una activa.

«Se llamaría plan Tanja: incluiría noche de excesos en La Candelaria, luego avioneta al Catatumbo, recepción en campamento, breve entrenamiento y adoctrinamiento y luego según lo que el cliente disponga: se le podría ofrecer lo que es el plan cocalero: que sería acompañar el proceso desde la siembra de la mata hasta el embarque de la pasta en la avioneta, incluyendo ser raspachín por un día y degustación de mazamorra con glifosato; plan infraestructura: es decir, volar una réplica de un tramo de un oleducto o una torre hecha en cartón paja; también está el plan recaudación que es un juego de rol en el que el protagonista debe lograr en un día una suma determinada por concepto de impuesto revolucionario en un pueblo en el que hay desde vendedores de cortauñas hasta ganaderos y palmicultores; también puede quedarse más tiempo y anotarse a todos, la idea es apuntarle al realismo, tanto que si la persona desea sostener un coito con algún compañero o compañera del paseo debe pedirle permiso antes al comandante. Asimismo durante esos días es factible que lleguen amenazas a sus familiares en caso de que muestre intenciones de desertar», afirmó un negociador de la organización insurgente que pidió reserva de su identidad.

«Nos han dicho que mientras nosotros estuvimos en el monte se puso muy de moda todo ese cuento capitalista de la innovación y el emprendimiento. Bueno, acá tienen su innovación y emprendimiento farianos: hemos identificado una necesidad, ubicado un nicho y hemos desarrollado un servicio con posibilidades muy alentadoras de llegar rápido a punto de equilibrio y empezar a producir utilidades, llámelo, así suene burgués, una start-up insurgente».

La propuesta tendría el sorpresivo vistobueno del Centro Democrático que en su momento, a través de su máximo líder, ya habría sugerido dejar «al menos una guerrillita funcionando», para garantizar la vigencia de la doctrina e ideario del partido.

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