Publicado el por en Judicial.

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El hecho lamentable y que da preocupantes pistas sobre hasta dónde ha llegado la intolerancia en Colombia ocurrió ayer en Chía.

Danilo Piedrahíta, de 17 años, interesado por la política desde niño y usuario frecuente de esta red social publicó ayer a eso de las 5:00 pm un tuit en el que se leía «Cuánta sensates le falta a esta campaña». Inmediatamente recibió una respuesta de Jairo Aristizábal, conocido suyo toda vez que eran vecinos. Esta decía: «SensateZ, imbécil, aprenda a escribir o no tuitee, bobo marico».

Ante el evidente tono agresivo del mensaje, Danilo lo asumió como una provocación y, paradójicamente, respondió lejos de la sensatez que pedía: «Marico usted, véngase a ver».  Lejos estaban él y su familia, compuesta por una hermana menor, su madre, su abuela y «Capitán», un tierno cachorro Cocker Spaniel, que estas serían sus últimas palabras. No había terminado de hacer clic sobre «enviar» cuando Aristizábal ya timbraba en su casa.

Sospechando de quién se trataba, pero lejos de imaginarse de que era también de una cita con la muerte, bajó raudo las escaleras. Abrió la puerta y entonces, sin mediar palabra, el agresor descargó en su cabeza tres tiros de una pistola nueve milímetros perteneciente a su padre, un Teniente retirado del Ejército Nacional.

Los tres proyectiles no permitieron ningún tipo de reacción o esfuerzo para salvarle la vida a este estudiante de once grado del Colegio Departamental Antonio Nariño. El agresor intentó huir pero rápidamente fue capturado por los policías del cuadrante a un kilómetro del lugar de los hechos. Entre tanto, «Capitán», emitía desgarradores ladridos junto al cuerpo de quien fuera su gran amigo.

«Qué le puedo decir, es una tragedia, se nos acabó la vida a todos, yo no sé por qué mi hijo pudo haber hecho eso, de rodillas le pido perdón a la familia de Danilo, ellos han sido muy buenos vecinos, es gente sana, buena», afirmó Stella Palomares, madre del victimario.

«De un tiempo para acá empezó a volverse como adicto a ese aparatejo, dejó a sus amigos, no volvió a la iglesia ni a la orquesta juvenil a la que pertenecía, tampoco a las clases de Taekwondo. Debimos haber reaccionado entonces porque estaba claro que había perdido su vida», asegura su padre, Dagoberto Aristizábal.

«También empezamos a verlo muy irascible, intolerante; no sé por qué cambió su pasión por Millonarios -era de la barra brava- por todo esto de la ortografía, se le metió en la cabeza que un país con gente que no supiera escribir no merecía existir, ya hace dos semanas le había pegado con un palo a su hermanito cuando vio que le faltaba una tilde en una tarjeta que le dio con motivo de su cumpleaños. Que haya puesto un retrato de Cleóbulo Sabogal en su mesa de noche fue una señal de mi Dios que no supimos interpretar».

La Fiscalía lamentó el hecho y tras anunciar que pedirá para el agresor la máxima condena -40 años- recomendó a los padres pedirle a sus hijos pasar por el corrector de ortografía del procesador de palabras cualquier mensaje que quieran publicar en las redes sociales.

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