Publicado el por en Bogotá.

Foto: James Kangaroo.

Debido al aumento en el promedio de temperaturas en la capital, la Oficina de Datos Irrelevantes del IDEAM ha incluido a Bogotá dentro del listado CTC (ciudades de tierra caliente).

En enero se registraron temperaturas de hasta 25,6ºC, a la sombra. El máximo histórico anterior a este se obtuvo en 1995, con 24,9ºC.

El antropólogo Roberto Urrutia afirma que el calor ha empezado a modificar las costumbres de los, hasta hace poco, serios y fríos «cachacos»: «El cambio climático afecta todos los aspectos de la vida personal. Desde los hábitos cotidianos, como preferir dormir con sábana en lugar de cobija o bañarse en la alberca, hasta salir a la calle en chancletas, ‘chores’ y la camisa abierta hasta el ombligo, con un palillo entre los dientes. Hemos registrado incluso cambios en el acento, que ya se empieza a asimilar al de habitantes de pisos térmicos más bajos. Cada vez son más los ‘rolos’ que salen a comprar pam, aumentan los registros de adultos mayores que sacan la mecedora al andén a las 5:00 PM y el fortalecimiento de la liga bogotana de dominó en las últimas semanas ha sido francamente asombroso».

Y es que en  la capital empiezan a volverse costumbre las ventas callejeras de raspao en las esquinas y, como lo asegura Urrutia, se registra en las noches algo antes inimaginable: familias completas sentadas frente a sus casas en mecedoras o sillas Rimax, jugando dominó o parqués. La venta de gorros de lana ha sido desplazada por la comercialización de menticol en puestos ambulantes.

Las recatadas bogotanas cada vez optan con más frecuencia por prendas más «vaporosas», que normalmente se tenían reservadas para los paseos a Girardot o Melgar. Las faldas cada vez se acortan más, lo que, sumado a las propiedades afrodisíacas del clima cálido en los hombres hacen temer una explosión demográfica en los próximos años, asunto que según fuentes cercanas al Palacio Liévano tiene «entusiasmado» al alcalde Peñalosa: «más gente implica más Transmilenio, ¡sólido!», habría dicho en círculos privados.

Algunas industrias se han visto golpeadas por el cambio en el clima, principalmente las dedicadas a la confección de abrigos y a la reparación de tejas y paraguas. Por otra parte, la instalación de aires acondicionados y piscinas está en su apogeo.

«Es que hasta el olor de la ciudad ha cambiado», manifiesta Rosa Florez, jefe de prensa del Jardín Botánico. «Antes, recibíamos consultas de cómo podar un brevo o cosechar uchuvas en el antejardín. Ahora es cada vez más común que la gente pida semillas de mango o plátano o busque información de cómo mantener alejadas a las babillas».

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