Publicado el por en Bogotá, Internacional.

Un inesperado contratiempo tuvo la llegada al país de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, cuando el vehículo de transporte especial que la transportaba fue obligado a detenerse por patrulleros de la Policía de Transito.

En el improvisado retén, los policías, sin saber de quién se trataba, le pidieron a Rousseff que descendiera del vehículo «y cogiera un taxi de verdad si no quería problemas con el gremio». Valga aclarar que la crisis que vive la economía del otrora gigante suramericano ha obligado a sus dependencias diplomáticas a llevar a cabo drásticos recortes. Entre ellos suspender todas las actividades de protocolo sin importar que se trate de su propia Jefe de Estado.

Luego de varios intentos de explicarles quién era y cuál el propósito de su visita, un teniente la reconoció y le ofreció disculpas. Le explicó que ellos solo cumplían órdenes de su comandante, don Uldarico Peña, «y que de haber sabido que se trataba de usted pues desde luego no la habríamos importunado, pues para la Policía Nacional de Colombia hay ciudadanos de primera, segunda y tercera clase y usted, por supuesto, es de primera, entonces no está sujeta ni a normas ni controles».

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