Publicado el por en Bogotá, Economía.

Ante el desconcierto de las autoridades encargadas de custodiar la antigua calle del Bronx esta mañana amaneció abierto y funcionando un supermercado D1 dentro del perímetro que permanece acordonado.

«Cuando yo entregué turno ahí quedaba una antigua bodega de reciclaje, cuando lo recibió el compañero él encontró ya el D1 funcionando, hasta entró a pedir el baño y la contribución que por lo general pedimos», asegura el mayor de la Policía, responsable del área.

En las cámaras de seguridad se puede apreciar el instante en el que por generación espontánea el mencionado establecimiento se convierte en sucursal de la reconocida cadena, incluso con arrume de cajas de cartón junto a la puerta, todas de productos, ninguna de las que solían llegar a esta zona de la ciudad antes de la intervención.

Dicho registro confirmaría lo que es un secreto a voces en el gremio de la construcción, el uso de una misteriosa técnica de compresión subatómica para levantar los nuevos puntos de venta de D1 en cuestión de segundos. «Eso viene de Japón: construyen el local en otro lado, lo pasan por el reductor subatómico que básicamente lo que hace es poner en negativo la materia por un lapso de una semana, luego, en el lugar donde va a quedar el almacén, lo detonan con un aparatico que es como un chip y listo, los átomos retoman su propiedades y el local queda listo y funcionando, incluso con vendedores y señoras tacañas», explicó Joel Contreras, profesor de física cotidiana de la Universidad Nacional.

«Es maravilloso, la prueba de que hicimos lo correcto, queremos que sea un nodo que emane energía corporativa que impregne todo el sector para que en cuestión de semanas esto se llene de arco íris, riachuelos, conejitos nerviosos, ponys y emprendedores», atinó a decir el alcalde, Enrique Peñalosa.

José Rovenegra, director de asuntos de mercadeo social del gigante del hard discount explicó así la apertura: «Este es un D1 social, en el que no encontrarán lo mismo que en todos los demás por razones que todos conocemos. Hemos decidido no vender, entre otros, alcohol antiséptico, Frutiño y pegante tipo Boxer. Tampoco, por curarnos en salud y para evitar tocar fibras sensibles en redes sociales, utensilios desechables. Si alguien quiere alguno de los productos que aquí no ofreceremos bien puede ir a la sucursal más cercana, que la encuentra aquí no más volteando la esquina. Ah no, un momento, mire, acabamos de abrir otra a mitad de cuadra».

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