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“Se nos está dañando todo: la garra, los chicharrones… Eso nunca nos había pasado”. Esto aseguró para AP Jenny Orrantia, dueña de Mi paisita Delhi, un restaurante de comida antioqueña fundado hace cinco años en la capital de la India. “Acá nos iba bien, la gente nos quería. Incluso, con lo del Desafío, lo colombiano se había puesto de moda, hasta veíamos jeans sin bolsillo debajo de todos los saris. Pero desde la protestas nos tratan como si fuéramos de la peor casta”.

El restaurante de Orrantia –en cuyas paredes se pueden leer avisos como “No sea tan híndu, coma carnita” y donde ofrecen platos como El chicharrón de Mahatma y La cazuelita de Mamá Tere– lleva un buen tiempo sin un solo visitante. La razón: desde hace tres meses el pueblo indio ha emprendido una protesta en contra de Colombia por el asesinato y subsiguiente consumo de bovinos, cerdos, peces y aves. Las manifestaciones incluyen una propuesta para vetar definitivamente la venta de cualquier producto colombiano en las tiendas y supermercados de dueños hindúes, budistas y sikh en el mundo.

Lalitha Asha, líder y directora del grupo de Jóvenes Indios Hinduistas Veganos Vegetarianos e Intolerantes a la Lactosa (J.I.H.V.V.I.L), asegura que el mundo debe oponerse a la crueldad animal que se perpetúa a diario en Colombia: “Dicen que hacen cosas terribles: que las vacas las cortan en pedacitos y la meten en masas amarillas que exponen en frente de comercios callejeros para hacer alarde de su crueldad, que a los cerdos los rellenan de arroz, que a los pollos los impalan y los hacen dar vueltas sobre brasas ardientes. Hemos oído rumores de sopas hechas con peces y de algo que llaman ceviches que, de ser verdad, le estaría costando la vida a millones de camarones al año”.

Las protestas, con las que le exigen al pueblo colombiano eliminar de manera definitiva el consumo de animales, han pasado desapercibidas para los medios y la opinión pública, que en cambio ha concentrado su atención en el Yulin chino, festival en el que los perros son el plato de elección.

Otros países ganaderos ya han entrado en alarma. En Argentina, por ejemplo, ya hay una petición en change.org en contra del hinduismo pues, aseguran, “vulnera el asado, que es la piedra angular de nuestra identidad”. Activistas carnívoros del Uruguay, por su parte, organizan una marcha leather por las calles de Montevideo, mientras en Brasil el HT #EuSouRodizio es trending topic nacional.

Asha, sin embargo, es tajante en su decisión: “Un pueblo capaz de comerse un animal como la vaca es un pueblo salvaje”, y agrega que hasta que no se cumplan sus exigencias, el veto a los productos colombianos seguirá en pie.

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