Publicado el por en Política, Proceso de paz.

Invitado sorpresa a la edición de este año del renombrado festival, el negociador de las Farc deleitó a los presentes en el teatro Adolfo Mejía con anécdotas, consignas y uno que otro apunte humorístico.

Pero lo que más cautivó a los presentes fueron sus comentarios respecto a lo que será su vida y la de sus compañeros una vez regresen a la civilidad. Aquí algunos apartes:

«Estamos negociando para que la suma que nos de el gobierno no supere el 1.750.000 y así no tener que declarar renta».

«¿Que si me han dado ganas de devolverme al monte? Sí, el otro día tuve que sacar mi RUT en la página de la DIAN para pasar una cuenta de cobro por un artículo que además pagaban a 120 días. Luego tuve que pagar salud y pensión y ahí se me fue el 90% de lo que me iba a entrar por el camello. Esa vez de verdad pensé que nos quedó mucho por hacer y que solo con las armas se puede lograr que a los trabajadores independientes como vamos a ser nosotros no les toque tan bravo. Luego, entre todos, me calmaron, me dijeron que la idea es apuntarle a cargos en el sector público: de multiplicadores, gestores, algo así que nadie sabe bien qué es o qué hay que hacer pero pagan bien».

«No solo vamos con toda en la política. Sabemos que tenemos mucho que aportarle al país en el deporte. Imagínese, miles de guerrilleros entrenados para caminar cientos de kilómetros con ese peso encima a pleno rayo de sol del Yarí por darle un ejemplo. Ellos darían sopa y seco en esas carreras burguesas de cross country. Y la obvia: ya estamos adelantando contactos con la Federación de Tiro. La idea es fijarnos una meta para que en los olímpicos del 2020 seamos potencia mundial, nos llevemos más oro del que hoy sacamos en el Bajo Cauca (risas)».

«Yo personalmente no quiero que el ELN se desmovilice y se los explico: de nada sirve ser exguerrillero sin guerrilla andando. Mire a León Valencia: va de foro en foro, de asesoría en asesoría, de Hora20 en Hora20. Muchos de nosotros le apuntamos a eso, a ser exguerrilleros profesionales, de esos que no faltan a foros sobre la guerra». 

«A propósito de Hora20, lo acordado en el secretariado es turnarnos para ir uno cada noche, eso ya lo tenemos definido».

«No se imagina el potencial que tiene el turismo guerrillero. Hay muchos colegios en Holanda que quieren mandar a sus alumnos de excursión a que pasen unos días viviendo como nosotros – o bueno,  como vivían los guerrilleros en Colombia porque yo, les confieso, no voy por allá desde que el billete de 10.000 era el de la indígena- vivían. Estados Unidos, y en eso quiero agradecer al gobierno yanqui, se ha mostrado dispuesto a colaborar con bombardeos con bombas de confeti y espuma, para recrear los que tuvieron lugar con plomo y dinamita».

«Los hermanos Rausch me propusieron, y me suena, montar un restaurante en la Zona ¿H? ¿T? ¿M?, bueno, una de esas, en las que pongamos a dialogar, así hablan, la gastronomía guerrillera con distintos sabores contemporáneos del mundo la idea es que se llamé «Le ranché». Ellos me dijeron que a los ricos bogotanos los cautiva cualquier cosa que suene a popular y exótica siempre y cuando sea cara, tenga nombre raro y sirvan poquito. Si es verdad que uno con eso se forra, bienvenido, porque muchos comandantes van a tener que empezar a pagar pensiones mensuales en colegios como el Liceo Francés, almuerzos en El patio, estudios de nuestros hijos y nietos en Barcelona y arriendos en el Bosque Izquierdo que como que están carísimos».

«Es verdad que la broma de De la Calle a Timo el 28 de diciembre cuando le aflojó el salero por poco manda todo esto al carajo». 

«También hemos acordado que máximo un libro de exguerrillero por semestre».

«Solo sentiré que hemos concluido el regreso a la vida civil cuando me vea haciendo fila en un Crepes»: 

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