Publicado el por en Salud y bienestar, Tendencias.

La división de salud mental del Instituto Nacional de Salud acaba de presentar los resultados de un estudio sobre los orígenes en la salud mental de conductas que perturban la convivencia en las ciudades.

Sin lugar a dudas, uno de los hallazgos más sorprendentes es el de que un porcentaje muy alto (94.3%) de los conductores de motocicletas que han sido multados por el excesivo ruido de sus aparatos confesaron cargar con la pena de la certeza de no ser amados por sus madres.

«Aunque ya lo sospechábamos y hay antecedentes en otros países, no deja de ser llamativo», explica el doctor Rubén Torres, jefe de esta división.

«Al realizar la indagación, al abordar a estos sujetos al comienzo se mostraban muy duros, muy machos. Muchos incluso amenazaron con agredir a la encuestadora, las increpaban, pero luego, a la más mínima muestra de comprensión y disposición a escucharlos -nadie nunca lo había hecho- esta armadura cae a pedazos y se derrumban. Todos sin excepción rompieron en llanto. Luego, entre sollozos, reconocen que su tragedia es cargar con la certeza de saber que sus progenitoras no los quieren en la medida en que ellos esperan. Un drama para cualquier psiquis humana según todos los autores», complementa.

Ante tal realidad, que es un verdadero desafío para las autoridades dado el nivel de deterioro que tal fenómeno representa para la calidad de vida en las urbes del país y, por consiguiente, para la competitividad de las misas, ya hay una iniciativa en curso para hacerle frente. Se trata de un convenio interinstitucional próximo a firmarse (le faltan 14 firmas) entre el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y la Agencia Nacional de Seguridad Vial para promover el uso de métodos anticonceptivos «a una escala nunca antes vista en el país». Todo esto con el fin de disminuir la tasa de nacimientos de menores no deseados, los mismos que 18 años después pasan factura a la sociedad valiéndose del tóxico coctail de los decibeles y el carbono.

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