Publicado el por en Detodito, Salud y bienestar, Tendencias.

Cada vez son más los varones entre 30 y 45 años luciendo orgullosos un protuberante abdomen. Tomando el ejemplo de lo visto en calles de Nueva York, Paris y Buenos Aires miles de hombres colombianos en este rango de edad deciden dejarse crecer la barriga todo para estar a la última moda e impresionar a las chicas (o chicos, según el caso).

Incluso ya abrió en Chapinero la primera pancería, lugar dedicado exclusivamente al cuidado y embellecimiento abdominal. «Tenemos duchas en sales minerales de sudor de sherpa nepalí para la piel de la panza, blower para la vellosidad de la misma en los casos en que se cuente con esta, masajes filipinos y alisamiento del nudo del ombligo a cargo de una experta turca», explica su propietario, Pedro Pablo Tapias.

«Si te fijas lo que la rompe ahora es desabotonarse no los botones de arriba, sino los de abajo de la camisa para mostrar panza», explica la coach de trending fashion Valentina Reales.

Aunque barrigones hay millones en Colombia, Reales explica que no es lo mismo ser un burdo y silvestre barrigón que un panzón trendy, concepto que ha caído mal en gremios por décadas dedicados al sano cultivo de la grasa abdominal, comenzando por los policías de carreteras.

No es fácil, en todo caso, ser un panzón trendy. Lograr una barriga armónica y acorde con los cánones de esta tendencia exige no pocos sacrificios, que comienzan por llevar una dieta rica en calorías G y en lípidos BT5, que solo se consiguen en restaurantes especializados. Ni hablar de las rutinas de ejercicio especializadas a cargo de un puñado de personal trainers en gimnasios selectos. «Son muy pocos los compañeros que como ya ya se licenciaron en consolidación de panza, todos los demás que le ofrezcan eso lo están tumbando, ahí sí es mejor que se vaya a tragar sin remordimientos para que le salga barriguita, así sea falsa», explica Robinson Flórez, instructor de un gimnasio en la zona del parque de la 93.

Reales, para concluir, sentencia: «El barrigón sexy se hace, no nace. Muchos vagos creen que a punta de pola, chococonos, bandeja paisa y desayuno con coca cola se logra en pocos días estar a la moda. Es como con el bigote: hay un abismo entre un moustache trabajado y alternativo y el burdo bozo de cualquier tipejo».

Y profetiza: «después de esto viene para 2019 la moda de dejarse crecer la calva».

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