Publicado el por en Internacional, Proceso de paz.

Un cambio de última hora tuvieron que implementar varias de las delegaciones que llegaron ayer a Cartagena para asistir mañana a la firma del acuerdo final entre el Gobierno de Colombia y las Farc.

Debido al alto costo de los hoteles -que en ocasiones triplica al de lugares como Mónaco o Dubai-, encargados de la logística de la visita de los más de quince mandatarios que estarán presentes han optado por soluciones más económicas, temerosos de que pagar una noche de hotel de lujo en la ciudad amurallada derive en un juicio en sus respectivos legislativos o, simplemente, abra un inmenso boquete en las finanzas de sus respectivos estados.

«Maduro, por ejemplo, trajo una maletada de bolívares, pero cuando los sacó le dijeron que eso solo le alcanzaba para seis nuggets del room service«, aseguró un testigo presente en ese momento en la recepción del hotel Santa Clara. «A Kerry el cupo de la tarjeta no le dio. Correa dijo que si en su país se enteraban que él había pagado eso por una noche de hotel lo podían estar fusilando e inmediatamente rompió en llanto».

La opción fueron los hostales para mochileros que pululan en el menos exclusivo sector de Getsemaní. Varios estados se unieron para, dicho coloquialmente, ‘hacer una vaca’ y superar el impasse.

«La adversidad facilita el entendimiento entre naciones que en situaciones normales enfrentan obstáculos en sus relaciones. Con esos hoteles tan absurdamente caros y el afán por conseguirle alojamiento a los jefes, las delegaciones se unieron y vimos una armonía que ya desearíamos en instancias como Mercosur, Unasur o la misma ONU», aseguró un integrante de una de las delegaciones.

Las circunstancias detonaron una súbita camaradería entre los invitados. Tarde en la noche se pudo ver un grupo en el que estaban, entre otros, el secretario de estado de Estados Unidos, John Kerry; el presidente de México, Enrique Peña Nieto; el de Perú, Pedro Pablo Kuczynski y el de Ecuador, Rafael Correa salir juntos cada uno con una lata de cerveza en la mano en búsqueda de un ‘supermercado abierto’ para conseguir pastas y ‘unas lechugas para la ensalada’. Decisión que, a su vez, tomaron tras conocer los precios del restaurante de Juan del Mar en el que todos tenían originalmente previsto cenar anoche.

 

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