Publicado el por en Ambiente.

Una complicada situación vive en su hogar Clara Inés Orozco, quien desde hace varios meses renunció a las bolsas plásticas y hoy encuentra los cajones de su cocina llenos de bolsas de tela, que hacen lo mismo y son más caras.

Como ella, miles de amas de casa dieron un giro en sus costumbres cotidianas al dejar de aceptar que su mercado fuera empacado en las contaminantes y eternas bolsas de polietileno. Algunas lo hicieron por conciencia ecológica, mientras que otras, como Clara Inés, lo decidieron para ahorrarse el $50 de impuesto por cada talega.

«El problema es que siempre dejo la bolsa de tela en la casa y termino comprando una nueva cada vez que voy al supermercado. Cuando la cajera me pregunta que si necesito bolsa plástica, no puedo con el cargo de conciencia y pago $10.000 por la de tela. Tampoco puedo echar todo en el bolso», confiesa la señora Orozco.

Antes, los cajones de la cocina o el horno sin usar eran bodega de centenares de bolsas plásticas. Hoy, las bolsas ecológicas y reutilizables ocupan ese espacio, así no se usen nunca.

Para los dueños de los supermercados, la prohibición es lo mejor que les pudo haber pasado. Si antes regalaban millones de bolsas plásticas, ahora ganan millones de pesos cobrando las bolsas de tela. El 60 % de las compras incluyen una bolsa ecológica.

Su esposo, que también es olvidadizo, no entiende por qué ella gasta tanto dinero en bolsas de tela, pudiendo pagar $50 en caso de emergencia. «Si necesito, pido la de plástico y cuando llego al portón, riego todo en el piso y boto rápido la bolsa antes de que ella se de cuenta, como si hubiera cargado el mercado en los brazos. Ni bobo que fuera», dice, pidiendo que no revelemos su secreto. «Ella cree que soy un héroe. Si se entera, me mata», puntualiza.

«Yo ya estoy mirando algo baratico, tal vez un apartaestudio, por acá cerca ojalá porque para marzo, calculo, ya toda la casa será para guardad las bolsas», concluyó Clara Inés.

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