Publicado el por en Judicial.

Desconcierto ha causado el documento radicado esta tarde ante la Corte Constitucional, en el que se impugna la Ley de la Gravedad promulgada por sir Isaac Newton en 1685. El documento, que consta de más de 250 folios, argumenta que la susodicha ley no puede aplicarse en el territorio nacional, so pena de infringir nuestra Carta Magna. Reproducimos a continuación algunos apartes, que muestra como la estrategia argumentativa sigue varias líneas, todas ellas sorprendentes:

«La ley de la gravedad afecta de forma discriminatoria a individuos de masas diferentes, asignándoles pesos según su autócrata criterio, lo que a todas luces atenta contra el libre desarrollo de la personalidad, consagrado en el artículo 16 de la Constitución Política».

«Se trata, además, de una ley oscura que no se sabe a quién beneficia ni quién responde por ella, toda vez que el gravitrón, a quién se atribuye su naturaleza, sigue siendo una mera suposición cuántica no probada».

«Es violación flagrante de nuestra soberanía nacional aceptar una ley promulgada por fuera de nuestros límites territoriales, por un individuo que no es un ciudadano colombiano con tal potestad, y en una lengua ajena a la nuestra tradición jurídica».

«Es una ley cobarde, cuyos efectos se diluyen en la distancia, clara muestra de una concepción estatal centralista que no comulga con la visión de territorio nacional vigente».

No han tardado en aparecer reacciones de diversa índole al darse a conocer esta noticia. Un candidato presidencial ha publicado su respaldo en twitter a la impugnación al considerar que «la atracción entre masas es una promoción deliberada del homosexualismo». Otro más ha manifestado su beneplácito al reclamar de la fiscalía una «acción contundente contra alias Avogadro» de quien, asegura, «es el comandante del bloque castrochavista». Un connotado exmagistrado no ha dudado en validar la solidez de la demanda, y ha llegado a afirmar que el país «pronto se verá libre del yugo opresor de la gravedad».

Don Alcibiades Torres, un pensionado entrevistado por nuestro equipo de reportería, manifestó su alegría ante la posible desaparición de la «Ley de la grave edad», aunque azorado nos preguntó si la derogación repercutiría en su exigua mesada.

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